Hna. Paola del Amor en la Cruz
“Nos has hecho Señor para ti, y nuestro corazón no halla sosiego hasta que descansa en ti” (San Agustín)
Pero yo no lo sabía… yo sentía una sed de algo más, sabía que me faltaba algo y no podía llenar aquello, era un sed de infinito nada te llena y todo te parece tan poco.
A mis 17- 18 años me gustaban las fiestas bailes y alcohol también la adrenalina de manejar una moto y los amigos, es una edad en que nos cuestionamos el sentido de la vida de la existencia
no frecuentaba la Eucaristía y tampoco los sacramentos llevaba una vida de desorden a los ojos de Dios, creía ser feliz en las fiestas y bailes pero esas alegrías eran muy pasajeras.
El Señor buscaba acercarme a Él y yo más me alejaba porque el mundo te enseña a no pensar en Dios y a creer que no es importante, mi vida era el trabajo y además no tenía tiempo para Dios. Aun así el Señor me tenia paciencia y buscaba todos los medios para que volviera mi mirada a El… y esta fue la forma que uso conmigo comencé a sentir un dolor en el hombro muy fuerte hasta que el 20 de octubre de 2015 en el trabajo casi no podía moverlo me dieron incapacidad pero la citas en el seguro eran muy demoradas y en noviembre me quede sin trabajo, luego me mandaron terapias pero tenía que esperar hasta enero, entré en una depresión muy grande y en medio de mi dolor y soledad fue donde lance la primera mirada a Dios para que me ayudara para seguir normal con mi vida.
En enero inicie las terapias y mejore, en febrero mi hermana me regalo de cumpleaños un cupo para ir a un retiro espiritual, pero el regalo ya estaba pago y no tenía ninguna excusa para no ir, ahí no quería saber nada de Dios pues ya me había recuperado del brazo y ya podía volver a mi vida normal. Ni mi hermana ni yo nos imaginábamos que ese gran regalo que de momento yo no valoraba cambiaría tanto mi vida, que ya nada volvería a ser como antes y era el inicio de encontrar la razón de mi vida y de mi existencia y encontrar lo que tanto buscaba en el mundo.
En ese retiro me encontré verdaderamente con el Señor, con un Dios Amor que me amaba demasiado a pesar de mis grandes errores, pecados y de la vida que llevaba, me amaba tanto que no quería que me siguiera haciendo daño con el pecado yo decidí en ese retiro abrirle mi vida y mi corazón a ese Padre que muy pacientemente esperaba para nuestro encuentro y que como buen Padre, Él tenía mejores planes para mi vida, la vida que había soñado para mi desde el instante en que pensó por primera vez en mí, Él hizo mi corazón a la medida de Él.
Yo aún no descubría esos planes mi vida desde ese día no fue la misma por mas yo quisiera volver a mi vida de antes, todo lo que el mundo me presentaba en lo que encontraba gusto antes después de ese día me parecía simple sin sentido ya no me gustaba tanto salir, y mis verdaderas alegrías las encontraba en la vida de familia en los pequeños detalles de la vida y bajo los pies de Jesús Eucaristía cuando iba a servir los retiros, en la Eucaristía que la empecé a frecuentar más cuando el trabajo me lo permitía, y fue allí donde empecé a sentir un deseo más fuerte por servir al Señor, no lo entendía muy bien pero ese deseo se acrecentaba cada vez más, poco a poco el Señor me fue mostrando el camino y se valía de personas y de acontecimientos , primero sentía que las religiosas me perseguían porque en todos lados me las encontraba y me saludaban y así descubrí en mí el deseo de dejar todo y seguir al Señor, pero no sabía cómo ni donde, entonces lo quise hacer a mi manera buscando una comunidad de vida apostólica muy cerca del lugar donde vivía, pero los encuentros no se concretaban porque pasaba algo y no podía, eran momentos de pelea en las Eucaristías con el Señor porque yo quería y a la vez no me costaba dejar lo que tenía mi nuevo trabajo en el cual podía tener tiempo para estudiar mi moto y también mi familia. Entonces alguien hablo de las monjas de clausura, pero claro que eso no era para mí, además yo no quería vivir encerrada con unas monjas amargadas.
Recibí la gracia de entender que en la Voluntad del Padre esta la razón de ser de mi vida de mi existencia, la plenitud, y mi verdadera felicidad y que me estaba reservado algo mucho más grande de lo que dejaba, después de unos meses de luchas de alegrías y de muchas emociones abrí mi corazón a lo que el Señor me pedía y envié una carta a una comunidad pero me respondieron después de mucho tiempo y las cosas no se dieron y volví a pelear con el Señor y le dije que no buscaría más que si Él quería una comunidad para mí que él me la presentara pero que no haría nada de mi parte, al poco tiempo en el mes de septiembre encontré la biografía de Santa Gema y hablaba de las monjas de clausura Pasionistas y recordé lo que le había dicho al Señor, con mucha expectativa y sentimientos en mi corazón escribí nuevamente, pero esta vez le pedí al Señor que si esa era la comunidad que Él quería para mí, que me respondieran el correo al otro día y esa sería la señal yo por mi parte le prometía que si eso pasaba le contaría a mis papas pues hasta ese momento no lo había compartido con nadie… Gran sorpresa cuando al otro día la respuesta al correo que había enviado luego de encontrarme con la Madre superiora en mi cuidad a los días decidí iniciar una experiencia con las Pasionistas el 20 de octubre del 2016 en la fecha en que inicio todo y es un día después de la solemnidad de nuestro fundador San Pablo de la Cruz…
El llegar al monasterio fue encontrar un mundo totalmente diferente al que conocía en el que Dios es el centro, es el sentido de todo, donde la vida es entregada a Dios y al servicio de los hermanos por amor a Dios, una vida en que se vive el amor a plenitud, encontré algo totalmente diferente a lo que pensaba, y decidí responder SI al llamado que Dios me hacía, terminada la experiencia ingrese en febrero de 2017 como postulante y en diciembre recibí la noticia de que sería novia de Jesús y recibí el habito Pasionista el 2 de febrero de 2018 junto con dos hermanas más ahí tome el nombre de Hna. Paola del Amor en la Cruz y estoy en argentina desde el 1 de Abril de 2018
Fue encontrar el Árbol de la Vida donde puedo
morar que es la Cruz,
alimentarme y saciar mi sed constantemente
con el fruto de ese árbol
que es el Amor de Jesús Crucificado que me amo
y se entregó por mí,
donde al fin encontré el único Amor que puede
llenar mi vida y mi existencia
porque mi corazón tiene
la medida del
Amor de Jesús en la Cruz
